Ahí están
Ahí en la esquina
53 y Quinta Avenida
Ahí están los hare krishna
ahí estoy yo
también
Un policía a mi lado
El poli irlandés típico
Ahí en NYC
A media cuadra del MOMA
Los veo desde enfrente
al otro lado de la calle
cantan y tocan címbalos
panderos
tamboriles
Ahí están
Hare hare hare krishna
Una muchacha gira brinca
las ropas de azafrán alumbran el mediodía
El mediodía oscuro del otoño en NY
De pronto un giro amarillo
Un disco piramidal pudiera decir
amarillo azafrán
Hare hare hare krishna
El disco de pronto salta
En el aire se hace un cono amarillo
con una punta roja
Cae una vez otra y gira
gira hasta terminar
en palmoteos
Hare hare hare krishna
El policía a mi lado sonríe
Hace frío
Llueve un poco
apenas
Los muchachos cantan bailan
tocan címbalos
panderos
tamboriles
Hare hare hare krishna
El policía con su abrigo largo sonríe
Veo al policía de película
El policía me mira
El policía dice ha sido un día agradable
espero no me lo dañen
Mira a los muchachos que cantan
Encoge los hombros
se va por la avenida
Hare hare hare krishna
Allá van los muchachos de azafrán
Acá voy yo por la boca del subway
Estudio de trabajo. ®Borzelli Photography
RFI ®Borzelli Photography
Barco sin mar
“la ciudad (…) pasa
como un barco de locos
por la noche”
Jorge Gaitán Durán
Este navío lunático y solar
pasa las 24 horas
tan cargado de locura
que parecen 30 o 40
Lejos del oceano
la gran nave recuerda
lagos llenos de paisaje
secados a lengüetazos
por el montón de pasajeros orates
¿Qué demente pensó
fondear aquí en abismo polvoso?
¿Cuál águila y cuál serpiente?
Apenas quedan nopales
con pocas tunas
pocas
En este crucero por el polvo
permanecer es demencia
pura furia puro rencor
contra todo y contra nada
contra el espejo de una historia
contada a gritos
y repetida por cada maniaco
de cualquier manera y de todos modos
Quien sufre un mínimo ataque de cordura
escapa a nado por las piedras
sin importar golpes y heridas
mientras frenéticos polvorientos
cantan alabanzas al espíritu navegante
que los habita
cantan cualquier cosa
cantan y sueñan y hasta bailan
una peregrinación
antiguos lagos llenos de paisaje
un águila y una serpiente y un nopal
Sólo eso existe
y la navegación contra toda esperanza
Había entrado como tantas veces a la Librería del Prado, en el pasaje del hotel del mismo nombre que es una de las tantas cosas que se llevó el terremoto de 1985 en la ciudad de México, de pronto oí una voz inconfundible, gruesa, de hombre de la radio, al decir ¡que no! Sólo alcancé a responder Armando Moreno.
Apareció detrás de un anaquel con la enorme sonrisa franca de los hombres del trópico y me abrazó como al hijo de uno de sus colegas en el periodismo panameño. En un lugar así era donde podría haberte encontrado, no hay otra posibilidad, dijo como saludo. Llamó a un joven que estaba a un lado y presentó a su hijo que estudiaba pintura en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, todavía en la Academia de San Carlos.
No hablamos mucho. La despedida fue cordial. Nunca volví a ver a Armando Moreno. Alguna vez me encontré al hijo en Panamá de profesor de pintura. Nunca supe cuándo murió Armando; pero forma parte importante de mi vida pues me puso el primer apodo que no tenía que ver con mi nombre: ¡que no!
Así aprendí dónde decía Banco Nacional de Panamá, Coca Cola, Kodak y vaya uno a recordar tanto letrero. Un día, con el auto lleno de parentela, mi madrina se puso a lucirme. ¿Qué dice ahí, Robertito? Banco Nacional de Panamá, madri. ¿Y allá? Kodak. ¿Y más allá y allá? Y ahí estoy responde y responde. En un mundo de profesoras enseguida salió la explicación: No sabe leer, repite las figuras como se las enseñaron.
Entonces, surgió el espíritu guadalupano y tomaron la decisión de venir a México a solicitar a la Virgen de Guadalupe su intervención para que naciera quien vino a ser mi hermana Gloria. En la primavera del 44 llegamos a México mi abuela doña Lola, mi madre y yo. Aquí estuvimos un par de meses antes de regresar a Panamá.
Después de pasar un par de días en el Hotel Virreyes, nos cambiamos a una pensión donde vivían algunos estudiantes y un periodista panameño que gozaba del exilio diplomático y que era Armando Moreno. El lugar quedaba por el rumbo de Tacubaya, cerca de la embajada de Rusia y la manera más cómoda transportarse, sobre todo al centro y a la Villa de Guadalupe era en tranvía.
Una tarde que regresábamos a la pensión, las señoras se paralizan cuando el niño dice histoya de un gran amor joge neguete y goya marin. La reacción inmediata fue qué dices, dónde está eso. El niño Roberto señala un cartel de una película de dos años antes pero es posible que continuara en exhibición. No tardaron en buscar letreros y señalar ¿qué dice aquél y aquél y el de más allá? El niño respondía con su media lengua de dos años y medio.
Al día siguiente, el periodista diplomático pidió permiso para llevar al niño a pasear y con todo y pasaporte, por cualquier cosa. El hombre tenía su plan y fue a uno de esos mentideros de periodistas en México. En medio de las bromas de los colegas por aparecer de pronto con un niño, Armando Moreno sacó su carta: este niño tiene dos años y medio y sabe leer. La incredulidad surgió pronta. Cruzaron apuestas. Armando puso el periódico que llevaba y el niño leyó.
Nada, tú le enseñaste y repite de memoria. En eso pasó el voceador de la extra de esa hora y dijeron que lea de ese. No tardaron en enfrentar al niño Roberto con la publicación todavía caliente y olorosa a tinta. El niño leyó a satisfacción de quienes perdieron sus pesos.
Al día siguiente, Armando Moreno quiso repetir el negocio en otro mentidero y solicitó el permiso materno para llevar al niño a pasear. Cuando fue advertido que debía prepararse para salir con el periodista diplomático dijo ¡que no! Y así quedó. No fueron a ningún lado. A la fecha ya no deben quedar testigos de aquel hecho pero Armando falló en alguna promesa con el cómplice de su negocio.
Muchas décadas después, cada vez que digo no, dentro de mí oigo ¡que no! Nunca me ha sido difícil negarme a algo con lo que no estoy de acuerdo. Me ha hecho un hombre complicado entre muchos que no saben decir no. Así recuerdo a Armando Moreno quien siempre me llamó así y a mis padres, preguntaba ¿cómo está que no? Ese fue mi primer apodo y un aprendizaje del que me siento orgulloso.
Muy buenas tardes¡
ResponderEliminarQuisiera saber un poco mas de tun Astral como es , que se hace, como es la convivencia y por que se encuentra en ese lugar algo tiene de especial.
Que bonito es recordar, aquellos momentos que nos hacen felices y sobretodo la importancia que tienen. Es bueno rodearse de gente provechosa, (bueno es que no se que palabra es mejor)buena y agradable, su esposa Margarita Monroy es una de las mejores maestras que e tenido, tiene una buena familia, me va a dar gusto conocerlo el 28 de Abril, sera un honor escucharlo, Felicidades, su libro me cautivo, me ofrecio mucho y todo lo acepte.
ResponderEliminarExcelentes palabras, recuerdo aún con mucho cariño a mi gran maestro de Lingüística en la Facultad de Ciencias Políticas y sociales de la UNAM. Gracias por la posibilidad de verlo bien y pleno. Mi reconocimiento y gratitud a su excepcionales, creativas e inesperadas clases.
ResponderEliminarUtopía Zea
Hola, también fue mi maestro y al día de hoy su personalidad me inspira en muchas cuestiones. Lo conocí como un hombre especial y lo recuerdo con mucho cariño, aunque reprobé su materia.
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