viernes, 29 de octubre de 2010

Festival Tamalista de Días de Muertos

Se realizará en Puebla, México. Comienza el domingo 31 de octubre de 2010.


Cartel cortesía de Blanca Edna Alonso


La procesión de Día de Muertos es un festival colectivo convocado por Los Tamalistas, realizado con éxito desde 2007. Consiste en una convocatoria abierta para que creadores independientes de esta ciudad muestren trabajos en torno a dicha fiesta.

La primera procesión fue un desfile de calaveras gigantes de papel maché, con la colaboración del Museo de los Ferrocarriles de Puebla. Para el 2008 ésta se convirtió en un desfile independiente que partía de la galería café Los Tamalistas, ubicado entonces en 4 Oriente 802, en el Barrio del Artista. Llegó al zócalo de la ciudad invitando a la gente a unirse, y regresó a la 4 oriente para levantar una ofrenda.

El desfile se acompañó con música compuesta especialmente para Día de Muertos. Misma que fue retomada con mayor participación para 2009.
El programa incluyó:

Procesión de títeres monumentales de papel maché (5.5 metros de altura) con invitación abierta para que la gente participara disfrazándose de calavera. Ruta: de 16 oriente 1407 (Barrio El Alto) al zócalo y de vuelta.
Levantamiento de ofrenda y cena (tamales, envueltos de mole, ponche, hojaldras, fruta y dulces) para más de 300 asistentes, entre familias que se unieron a la procesión y vecinos del barrio.

4º Festival Tamalista de Día de Muertos 2010
La cuarta edición de la Procesión de Día de Muertos, en el marco del Bicentenario de la Independencia de México y el Centenario de la Revolución Mexicana se realizará los días 31 de Octubre, 1 y 2 de Noviembre de 2010 en la 14 Norte 1801, El Alto.

Dicho evento incluye una procesión de calacas monumentales de cartonería el día 2 de noviembre y un festival de danza, música, literatura, teatro, artes plásticas y visuales, resultado de una convocatoria abierta para artistas y agrupaciones o colectivos de creadores poblanos.

Integrantes del Colectivo Tamalista:
Daniel Bello Carrasco/Blanca Edna Alonso/Isaías Bretón Cordero/Idalia Elena Hidalgo/Israel Flores Cerezo.



Texto: Colectivo Los Tamalistas
Diseño y Edición: Óscar Alarcón para abartraba

martes, 26 de octubre de 2010

Indispensables de abartraba:

Tres de Wajda


Por Rodrigo Durana

Andrzej Wajda es quizá el máximo representante del cine polaco; tras la ocupación nazi, comenzó su carrera siguiendo siempre la línea política y lo que muchos llaman crónica de su país, aunque más bien se trata de una visión crítica de su cultura y el actuar del individuo polaco dentro de su sociedad: el gen religioso y la enorme capacidad de reconstruirse históricamente como país, como nación, a pesar de las múltiples guerras y ocupaciones. Wajda representa la realidad en sus filmes y encuentra lo bello en lo adverso y lo hostil del ser humano. Admirado por muchos cineastas, ha marcado una forma de hacer cine, es decir un matiz cinematográfico personal.

Wszystko na sprzedaz (Todo en venta).
Polonia 1968.
DIR: Andrzej Wajda
GUIÓN: Andrzej Wajda
FOTOG: Witold Sobocinski
MÚSICA: Andrej Korzynski
INT: Beata Tyskiewicz, Elzbieta Czyzewska, Andzej Lapicki, Daniel Olbrychski.


Portada de Todo en Venta

Tras la muerte, al caer de un tren en movimiento, de Zbigniew Cybulski, Wajda dirige un film donde se nos presenta a un director de cine realizando una película en la que una mujer actúa el personaje de la esposa de un personaje determinado. Al salir del set, la actriz busca a su marido, (el actor principal de esa película) y cuya ex mujer es la actual esposa del director y quien la ayuda en la búsqueda; averiguación que las lleva a encontrar el lugar donde dicho actor murió la noche anterior cayendo de un tren en movimiento. La muerte del actor obliga al director a buscar un reemplazante que trabaje en una nueva película que se tratará sobre la vida del actor recién muerto, pero sin su presencia.


Wajda realiza un film en el que su alter ego es el personaje del director dentro de la película. La premisa es la muerte, en la vida real, de su actor principal hasta ese momento, de la mayoría de sus filmes. Wajda crea un espiral de tiempo y espacio en el que la historia resulta ser otra historia dentro de otra historia y que hace recordar a Julio Cortázar y su Continuidad en los parques. Wajda no sólo realiza una metáfora del momento que vivía, también realiza el ejercicio metatextual cinematográfico perfecto: el cine dentro del cine, en donde el cuestionamiento a la creación y la labor del creador es el principal motor. La fotografía nos lleva por paisajes fríos, azules y grises de la Polonia invernal. Mención especial merecen las actuaciones de Elizbieta Czyzewka y de Beata Tyskiewicz, pues actuar de una actriz que actúa que es una actriz, no es cosa de todo los días.
Finalmente, Wajda concreta un film en el que es expuesto el concepto de verdad en el sentido más amplio.





Krajobraz Po Bitwie (Paisaje después de la batalla).
Polonia, 1970
DIR: Andrzej Wajda
GUIÓN: Andrzej Wajda y Andrzej Brozowski basado en los cuentos de Tadeusza Barowskiego.
DIR FOTOG: Zygmunt Samousiuk.
INT: Daniel Olbrychski, Stanisawa Celinska, Aleksander Bardini.


Portada de Paisaje después de la batalla


Film en el que Wajda nos presenta a un grupo de judíos presos por los nazis en la segunda guerra mundial, y que meses después de terminada la guerra, son trasladados, por los norteamericanos, de cuartel en cuartel por toda Alemania, pues temían que “hicieran mal uso de su libertad”. El film comienza con la música de Vivaldi, la primavera, los presos polacos en la nieve, matan a un soldado alemán. Ya en el verano los presos marchan para no perder la conciencia, algunos, como un poeta (Brozowski) que lleva toda la guerra preso, prefieren refugiarse tras las paredes, y al cuestionar a un superior es encarcelado. En el otoño llegan y con él, otro grupo de refugiados en el que arriban mujeres y un grupo de religiosos, entre ellos un cardenal, que ofician una misa para los “presos”. Una alemana roba comida en la cocina y es llevada con golpes y ya sin pantalón con las autoridades para que ellos la juzguen, al salir del lugar llora perturbada, va sin calzoncillos y sólo con una camisa rota, “ha sido perdonada”. Una de las mujeres polacas cuestiona al poeta sobre su estado como prisionero, lo incita a escapar y al hacerlo llegan a un bosque en la que el poeta se siente incomodo, deciden regresar y al llegar al cuartel la mujer es muerta por accidente. Ya en el invierno (con música de Vivaldi) vemos los créditos pintados en los vagones del tren.


Wajda no sólo cuestiona a los americanos y su proceder tras la guerra, también hace un cuestionamiento, como en casi todo su cine, al concepto de libertad, al encierro del hombre tras las paredes de la sociedad, mostrando cómo la libertad es sólo parámetros cambiantes sobre cuales movernos. Cuando el poeta y la mujer van al bosque, se entiende una reminiscencia al jardín del edén, pero en éste, Adán no quiere nada con Eva y cuando por fin se entrega, se da cuenta que ya no puede con esa libertad “absoluta”, necesita regresar a la tierra, a sus paradigmas de libertad humana, ella le dice: “no eres persona, eres polaco”; ella quería ser libre y lo era, al regresar, irónicamente es muerta. Wajda no sólo realiza un film sobre la guerra y sus consecuencias en Polonia, hace un cuestionamiento sobre el hombre, su proceder y su estadio en el mundo.





Ziemia Obiecana (La tierra prometida).
Polonia, 1975.
DIR: Andrzej Wajda
GUIÓN: Andrzej Wajda, basado en la novela de Wladyslaw Stanislaw Reymon.
INTER: Daniel Olbrychsky, Wojciech Pzoniak, Andrzej Seweryn, Anna Nehrebecka, Tadeusz Bialoszcynski.
MÚSICA: Wojciech Kilar.
DIR FOTOG: Witold Sobocinski
DIR ARTE: Tadeusz Kosarewicsz


Portada de La Tierra Prometida


Polonia desde mucho tiempo atrás ha sido presa de invasiones y por tanto su territorio ha pertenecido a diversos países y gobernado por distintas ideologías políticas; a pesar de ello, se mantuvieron como patria bajo un nacionalismo basado en la estructura religiosa católica cristiana y todo lo que de ello se deriva. En La tierra prometida (basada en la novela de Reymon). Wajda nos ubica en la ciudad de Lodz cuando alcanzaba su máximo auge como centro capitalista. Habitada por obreros, empresarios alemanes y rusos, aristócratas polacos y prestamistas judíos. La historia se centra en Karol Borowiecki (Daniel Olbychsky), quien es un polaco con abolengo y se desempeña como administrador de una fábrica. XXX con sus dos amigos Max, un alemán, hijo de un dueño de fábricas y Mortiz un judío con habilidades con el dinero, se embarcan en la enorme empresa de poner una fábrica, haciéndose valer de todos las acciones, algunas de ellas completamente inmorales. Karol conquista a la esposa de un judío y consigue información privilegiada, está comprometido con una polaca de abolengo a la que hace vender sus propiedades para tener capital para la fábrica. La inmoralidad de las acciones los lleva a tener múltiples enemigos, mismos que los llevan al desastre al poco tiempo de inaugurar la fábrica. Karol, tras la pérdida, consigue una esposa, hija de un magnate ruso y nuevamente se ubica en el lugar privilegiado que tanto buscó.


La dirección de arte es casi perfecta pues, aunque son pocas las calles que vemos del Lodz de esa época, están perfectamente “caracterizadas” y los interiores y el vestuario nos ubican en una especie de cuadro costumbrista del siglo XIX. Wajda realiza un film que podría adjetivarse como político, pues critica de forma contundente el estilo de vida arrollador capitalista, sin reserva alguna. Sin embargo el film, más que político, trata sobre el ser humano en general y las diversas manifestaciones de la naturaleza humana. Karol es el Hombre, todos los hombres y Lodz es el mundo actual, voraz y mordido.




Diseño, edición y manipulación digital de las imágenes: Óscar Alarcón para abartraba.

sábado, 23 de octubre de 2010

Fallece Alí Chumacero, poeta

A los 92 años "callo la voz, mudos los labios"






Diseño y edición: Óscar Alarcón para abartraba

Entrevista a Óscar de la Borbolla

La Libertad de Ser Distinto


Óscar de la Borbolla.
Fotografías de Pascual Borzelli Iglesias

Por Óscar Alarcón
22 de octubre de 2010

¿Cómo ves el estado de salud de la literatura en México? Se dice mucho de la generación de los nacidos en la década de los 70’s que son la generación sin generación.
Te soy franco: ni la veo. He adoptado —no sé si como filosofía o política vital— no enterarme.

La verdad es que estoy muy desconectado de la literatura; llevo años ya —creo que voy para diez— en que rara vez leo libros de literatura. Lo debo de confesar vergonzosamente, lo que sucede es que lo último que leí me sonó tan desabrido que mandó a las páginas de los libros de ciencia. Y con aquel proyecto que estaba haciendo de una novela con un matemático empecé a aficionarme y ahora es un vicio y una adicción, leer libros de ciencia. Me interesa sobre todo la filosofía de las matemáticas y ahí ando detrás de autores como John D. Barrow o Ian Stewart, y los leo con fruición. Existe otro matemático que es John Allen Paulos, que de verdad me han absorbido todas las horas de lectura que tengo. Y no estoy enterado. De las últimas cosas que leí de literatura, el último libro que leí fue La Soledad de los Números Primos de un italiano, un físico muy jovencito. Me llamó la atención justo por el tema, la novela me pareció más o menos. No estoy metido en eso. Ni sé.



Imagen de la portada del nuevo libro de Óscar de la Borbolla: La Libertad de Ser Distinto


Con anterioridad ya se había manifestado tu inclinación por la lectura de ciencia, su reflejo es en Dios sí Juega a los Dados, en donde los cuentos están armados sobre una teoría de las leyes de la física, o una teoría filosófica. No es nada nuevo ¿no?
No, no es nada nuevo. Voy por etapas, durante un tiempo estuve clavadísimo en la filosofía, luego clavadísimo en la literatura, y ando como regresando a la filosofía; de hecho este último libro, La Libertad de Ser Distinto, es como una mixtura entre el ensayo filosófico muy clavado como en La Rebeldía de Pensar, éste es la mezcla de las dos vocaciones que tengo.

Nunca dejé de preocuparme por la filosofía —aunque la desatendí un rato para clavarme en las cuestiones narrativas— pero creo que ahora quisiera cultivar las dos cosas a la par; y en lo que más me entretengo, lo que más me gusta es la parte de la ciencia, creo que hay cosas más imaginativas de ese lado. En los modelos de los matemáticos hay unos delirios de imaginación que ni los más potentes poetas son capaces de hacerme ver. Hay un montón de ciencias: la cibernética, la genética en ella se están trabajando cosas que, de veras, me provocan orgasmos de imaginación.
En cambio las anécdotas de la literatura me suenan parecidas unas a otras, y le he perdido interés.


Óscar de la Borbolla paseando a su perro Lucas


El Curioso Incidente del Perro a Medianoche, de Mark Haddon, es una novela en donde el protagonista es un niño que tiene síndrome de Asperger, y tiene una obsesión con los números y fijación con las matemáticas; ¿podríamos esperar algo en un futuro dentro de tu narrativa? ¿Una novela que contenga claves matemáticas?
Ya está la novela hecha, ya la terminé. Se llama El Futuro no Será de Nadie, y el personaje principal, que es un matemático de profesión, que para poder ganarse la vida no le queda más remedio que trabajar traicionando la pureza de la matemática, metiéndose a trabajar de actuario. Él sueña con resolver el último teorema de Fermat —pese a que ya hace unos años Andreuw Wiles comprobó que sí era verdad—, pero éste que lleva toda su vida tratando de hallar la solución, piensa que la solución de Wiles, es —aunque correcta— demasiado farragosa, poco elegante. Porque Fermat lo que dejó dicho fue que no le cabía en el margen de la página donde estaba comentando las matemáticas de Diofanto, y entonces mi matemático sueña con encontrar esa solución breve. Porque seguramente si Fermat lo dijo, la tenía.

Y en cambio Wiles se echa como 187 páginas de matemática moderna para demostrarlo —que es una cosa verdaderamente tortuosa y tosca. En matemáticas, como en el movimiento de los dedos en una flauta, la solución más sencilla es la más elegante. Porque se pueden sacar las notas de una flauta en muchas formas de poner los dedos, pero hay unas muy incómodas. Igual en matemáticas, cuando se encuentra la ruta corta, esa es la mejor.



Ó de la B

Entonces vive con esa frustración y toda la novela está cifrada con cuestiones matemáticas. El encuentro con el personaje antagonista se da a través de un modelo de Poincaré, que es “La sección de Poincaré”, así que logra encontrarla porque se le pierde en el metro. Tiene implícita una crítica a la ley más famosa de Gauss, que es la de curva decreciente. Tengo dos personajes principales: siempre que el matemático aparece, todas las metáforas tienen alguna alusión a los números; y la co-protagonista es una pintora, todas las veces que ella aparece tiene que ver con pintura.

Ahí creo que está mi planteamiento principal. Leí muchos años para poder presentarlo de una manera suave para el lector. Y me he quedado con la inquietud filosófica de un aforismo de Einstein, que dice “lo misterioso del universo es que no sea misterioso”, y no lo es porque está escrito en caracteres matemáticos.
Le he dado muchas vueltas a esa frase porque creo que actualmente la filosofía debería de tratar de explicarse por qué la estructura última de la Realidad puede expresarse matemáticamente. Cómo es posible que algo que surgió por un mero conteo para llevar la relación de los caballos que se prestaban unos a otros —haciendo marcas en un palo o echando piedritas en una vasija— cómo es que eso ha permitido encontrar —eso que podría no haberse dado, incluso se hubiera podido desarrollar de maneras muy diferentes, hay muchas matemáticas con bases diferentes no sólo la decimal— por qué ésta en particular permite esos alcances para desentrañar el movimiento de lo real. Como filósofo me inquieta muchísimo, sobre todo porque Platón, en el último de sus libros que es el de las Leyes, dice que Dios es un geómetra —y Platón era un matemático importante.

A cada tanto va apareciendo que la verdadera ontología, o sea la lógica de la Realidad, es matemática. Y entre mis colegas veo que andan haciendo una bola de idioteces; todos los posmodernos dedicándose a comentarios de lo más sofisticados y artificiosos, complicados y tediosos, pero nadie está como en algún momento estuvo Kant, enfrentándose al problemón que le representaba la presencia de Newton, y ha conseguido armar unos juicios que eran de experiencia y sin embargo universales. Que ese es todo el problemón de Kant. Creo que actualmente hace falta un Kant que nos haga entender qué demonios pasa con esta arquitectura de lo real, que es matemática. O por lo menos hasta donde se deja ver. Eso me tiene muy preocupado y sigo leyendo cosas.


Ó de la B con Sergio Pitol

Ahora que lo mencionas, esta inquietud es añeja, no sólo en tu caso sino en la Historia de la Humanidad. Pienso en algunos frontispicios de libros que se encuentran en la Biblioteca Palafoxiana, y la maravilla de los grabados tienen una excelente técnica pero a la vez los temas están emparentados con teorías matemáticas. Entonces tiene mucha relación esta explicación que das del universo.
Si te metes un poquito y ves los números —no como las tontas y sosas cuentas que nos enseñan en la escuela que nada más nos vuelven a la matemática una cosa mecánica— y lo que representan, descubres cosas maravillosas. En el crecimiento de cualquier árbol o de cualquier persona se da una proporción áurea que tiene que ver con la numeración de Fibonacci. Si te pones a pensar en lo que representa el número Pi, parece que la relación que hay entre la distancia lineal del nacimiento del río y su desembocadura en el mar es, respecto de la trayectoria real que el río describe por todas las vueltas que va dando, la relación es de 3.14 a 1. Una cosa es la distancia lineal y la otra es 3.14 esa distancia, ¿en todos los ríos? Eso es una cosa muy extraña.

Si te pones a ver, a la hora de hacer iteraciones —que es en lo que se basan las matemáticas del caos, gracias a las computadoras que son capaces de hacer multiplicaciones por sí mismas de una cantidad por una cantidad— se consiguió una gráfica que en el principio parece ser meramente caótica, después comienza a cobrar forma, y descubre uno imágenes fractales que permiten hacer predicciones. Es interesantísimo, por ponerte un ejemplo: la primera vez que esto se nota es por una anécdota muy reveladora: llega un tipo a una universidad y pone en el pizarrón una gráfica de cómo se había comportado el precio de venta del trigo, entre tal año y tal año. Deja la gráfica en el pizarrón, termina la conferencia y sale. A continuación entra un geógrafo, que había creado un microclima y traía graficada esa conducta del clima. Y cuando ve en el pizarrón la gráfica que él traía —que era absolutamente inédita— piensa que es una broma de muy mal gusto querer burlarse de él. Arma un escándalo y descubren que no, que una y otra concuerdan. Una era simplemente un modelo por iteraciones, y la otra era el registro de la conducta de un producto.

Ó de la B

A partir de eso empiezan a hacerse estudios de cómo se reproducen los conejos; si hay manera de armar un modelo matemático que explique cómo se desenvuelven las epidemias; cómo se arraciman los autos en una carretera de un solo carril… Incluso llegaron a proponer los caóticos la posibilidad de prever movimientos insurreccionales, con modelos matemáticos. De pronto eso que parece no tener nada con la vida real, se entromete; al menos yo me quedo muy desconcertado porque ya no sé si los que suicidan lo hacen porque tienen motivos individuales y personales, o se suicidan porque cumplen con el pronóstico de suicidios anuales y tienen que completar la cifra.

Todo se rige con exactitud más o menos diabólica. Ese tipo de cosas a mí me inquietan mucho y yo me imagino que en todas las épocas han inquietado, pero ahora que los matemáticos verdaderamente están en todas partes —porque detrás de todos estos aparatos que nos rodean y nos facilitan la vida, hay patrones matemáticos nomás. Para decírtelo de una forma, la parte más abstracta, más abstrusa, más metafísica de las matemáticas, era La Teoría de los Números, era ver qué relaciones había entre ellos. Pitágoras comienza a ver qué relaciones existían, como la de los números amigos: que uno número respecto de otro tiene unos divisores y la suma de esos divisores da un número y la suma de los otros divisores da aquél, eso que es una necedad empezó a servir para desarrollar cosas de ese tipo.

Eso que fue durante milenios un trabajo de puro regocijo personal, ahora es lo que está detrás de tu computadora, detrás de todo. Pura Teoría de los Números puesta en la práctica, ya por fin se le dio la parte tecnológica a eso que era conocimiento puro. Así como a mí, me imagino que a mucha gente, a lo largo de la historia le debió haber preocupado. No es casual es que en esos libros haya signos diversos.


Óscar de la Borbolla frente a un mural de Siqueiros

¿Y la poesía? Sabemos que tenías esa espinita clavada, por eso publicaste Los Sótanos de Babel, sería interesante ahora que planteas este tema, ver un libro de poesía con temas numéricos. Se me antojan un montón de ejercicios literarios, por ejemplo en Las Vocales Malditas, que obviamente tiene que ver con letras, pero no un cuento sino un poema que sea numérico.
¡Híjole!, a ese grado no llegaría. Lo único que conozco al respecto es un libro maravilloso, que se llama La Patología del Ser de Ramón Martínez Ocaranza, ya muerto, que era loquísimo, y trata de hacer un poema relacionado con las matemáticas “para llorar tus ceros sensitivos/toda de negro hasta los pies desnuda/todos los manicomios están locos/y Dios está tan loco como sus manicomios”, muchos de los versos tienen relación con los números, pero no conozco más. Y a mí no se me antoja. ¡Qué horror!


Ó de la B

Entonces podríamos decir que te vas en banda y que dejas de lado los temas que se están tocando, no sé si por una necesidad de la literatura mexicana o si se están tocando por moda. Si hacemos una lectura de muchos autores jóvenes siguen una misma línea. Me parece que tu literatura ya le apuesta por otro lado.
Desde siempre estuve muy alejado de lo que es mi contexto cultural. De niño, mientras que los otros leían Hombrecitos, Tom Sawyer y cosas de esas, yo leía a Giovanni Papini y a los poetas malditos y siempre he estado como en otra parte.
Hay un verso, que incluso he convertido como cosa emblemática mía, que dice: “He soñado tanto/he soñado tanto/que ya no soy de aquí”.


Óscar de la Borbolla con René Avilés Fabila

Mis ingredientes espirituales, por llamarlos de algún modo, siempre obedecen a cosas muy extrañas. Se dan montones de modas, por ejemplo ahora que estamos viviendo, sufriendo y padeciendo esto del Bicentenario, todo mundo trae una novela histórica bajo el brazo. Yo pero ni loco haría una de esas cosas. Tengo deseos autóctonos, que me salen quién sabe por qué, que me llevan quién sabe por dónde; como esto de La Libertad de Ser Distinto. De pronto se me ocurrió armar textos muy breves sobre temas que a nadie le importan como las ruedas, las ventanas; pensar qué sería eso esencialmente y luego generar ocho textos por tema. Ir armando una especie de rosario de octaedros y no sé si parezca a alguien, o sea cosa rara.

Los que escriben al grado de poder armar una secta, me parecen escritores de manada. A la hora de que me vaya a psicoanalizar, aspiro a tener una psiqué individual, odiaría que me pudieran analizar en masa.


Ó de la B

En un tema mucho más terrenal, ¿por qué cambiar de editorial, de Patria a Mondadori?
Por razones de ambición. Estuve contento en la editorial Patria, incluso me hicieron una Biblioteca que lleva mi nombre y no sé qué tanto, pero la distribución y la posibilidad de tener un trampolín desde el cual brincar, me la ofrece mucho mejor Random House. De hecho me estoy mudando completito otra vez.

Me acaban de publicar esta novedad pero en la colección de bolsillo, aparecieron simultáneamente Filosofía para Inconformes y Las Vocales Malditas, y en cuanto terminen los contratos de los otros libros, me los voy a traer también para acá. Ya sea a esta edición grandota o en la colección de los long sellers, que es la colección de bolsillo. Pero me mudo completo para Random.


Ó de la B


La última, ¿qué significa para tu vida Pascual Borzelli Iglesias?
Es un buen amigo.

Gracias, tocayo.





Diseño y edición: Óscar Alarcón para abartraba
Fotografías: Pascual Borzelli Iglesias

jueves, 21 de octubre de 2010

Indispensables de abartraba:

Cayendo en la levedad de Kundera


Imagen de portada


Con este texto, abartraba inaugura su sección "Indispensables", en el que se dan a conocer textos o reseñas de obras no de reciente aparición pero que tienen un significado importante para el mundo literario.
Esperamos que lo disfruten.


Por Marina Gavito

Imaginemos que ciertos eventos históricos se repitieran una y otra vez. ¿Qué sería de la Revolución Francesa? ¿Seguiría siendo tan memorable? Milán Kundera en La insoportable levedad del ser, plantea que nunca sabremos si nuestras decisiones serán las correctas; sólo tenemos una vida y nunca tendremos experiencia previa.
El tema en el que gira la obra es la levedad y el peso de las decisiones y las formas de vida. Los griegos preferían la levedad, que es estar cerca del cielo, porque el peso es un equivalente a la muerte.


La obra de Kundera es una novela de amor, pero en el fondo va más allá de eso. La relación entre las dos parejas de la historia nos lleva a conocerlos como individuos: podemos ver a través de sus obsesiones y temores lo que los ha llevado a estar con el otro.


Teresa llega un día a casa de Tomás, y su amor se iniciará por la compasión acompañada de una gripe. Él teme que ella entre a su vida; los encuentros con sus amantes son parte de su cotidianidad y al ofrecerle su cama teme perderlo todo. Al final un serie de casualidades hace que ella se quede en la casa de Tomás y se vuelva la esposa. Bohemia es la ciudad testigo de este relato, una ciudad que en cualquier momento puede adquirir el nombre de Praga, y que será invadida por el ejército Ruso.


Sabina, una pintora, es la amante de Tomás. Una de las tantas mujeres que mantiene en su vida sexual; además de eso y ser su amiga, es la encargada de involucrar a Teresa en el mundo artístico de Bohemia. Sabina opta por romper los cánones, busca ser libre con su pintura, toda su vida busca la levedad; además vive bajo el deseo de traicionar, primero a su padre cuando ésta huye con un joven y se casa, después cuando se topa con la pintura realista y finalmente cuando abandona a Franz.


Es Franz, el médico —casado y con una hija— quien bajo la serie de máscaras de los “simposios” y “congresos”, se encuentra con su amante en diversas ciudades y países, y precisamente esta mujer es una pintora. Durante casi un año mantienen la relación hasta que decide dejar a su esposa pero Sabina lo abandona antes.


Este es el tronco argumental de la historia, pero hay más: Teresa encierra las heridas de su vida junto a su madre, ella sufre ante la imposibilidad de ser un cuerpo único, la carencia del pudor de la madre y la imposibilidad de obtener una muestra de cariño por parte de ella. Cuando ésta se presenta con Tomás, esos traumas se hacen válidos ante sus constantes infidelidades.

Franz nos lleva a ser testigos de los efectos del kitsch que para Kundera es: “un biombo que oculta la muerte” Además de ser un ideal estético-político, la forma de reflejarlo es en el momento en el que Franz emprende una marcha en pos de una causa social, que en realidad se vuelve un mero espectáculo.


Kundera dedica un capítulo al absurdo: “La sonrisa de Karenin”, que es la mascota de nuestra primera pareja. Teresa sueña que Karenin, su perra, ha parido dos panecillos y una abeja.


La muerte es el final de esta novela. El tema amoroso es tratado desde un punto de vista diferente, la vida es vista en otra perspectiva.


En la novela se manifiesta una visión de la vida actual, pero no en lo referente a la tecnología y el horrible modelo económico, si no a las relaciones humanas, las que nos conciernen a todos; además del tema amoroso, los personajes giran dentro de sus mundos interiores, vemos las fantasías, los sueños, deseos de seres que llegan a ser casi posibles.


Existe una serie de reflexiones que nos atraparán, pero no se deben de considerar como reflexiones sentimentales de tono rosa o consejos para la vida, son solo eso: pequeñas frases que nos atraen y nos acercan a la obra para una relación más íntima con ella.
Ese es el valor de Kundera, ahí parte su levedad.

La insoportable levedad del ser de Milán Kundera. Tusquets Editores, México, 2008, 336 pp.



Diseño y edición: Óscar Alarcón para abartraba

miércoles, 20 de octubre de 2010

TURBOSÍLABAS

Libro de Leo Lobos, poeta chileno


Leo Lobos mirando ángeles eléctricos. Fotografía de Emilio Arnes, con permiso para abartraba



Por *Antonio Arroyo Silva

A Benjamín, esa inocencia que ilumina.


No sé por qué los libros de poesía son a veces tan especiales. Quizás lo sean aquéllos que nacieron de una palpitación, o que a lo largo de los años su existencia ha alcanzado un alto nivel de energía. Hay palabras que nacen muertas porque, de pretenciosas, agotan su decir; en cambio, otras, que recién nacidas apenas son un soplo, con los años adquieren la fuerza de un huracán. El caso es que, cuando tenemos la fortuna de leer uno de estos libros, sentimos un impulso de emoción inmenso y, al intentar abordarlo desde un punto de vista mínimamente crítico, podemos caer en la tentación de la exaltación deformante. No es exactamente lo que me ocurrió con esta antología que recopila los poemas del poeta chileno Leo Lobos, desde 1986 a 2003, bajo el título Turbosílabas. Poesía Reunida. Muchos viajes que median en el autor desde una fecha a la otra (Francia, Estados Unidos, Brasil, México….) le han dado ese talante universalista de ciudadano del mundo, aparte del que heredó de sus antecesores de la poesía chilena. Un poeta que trasciende no sólo las fronteras físicas, sino las del mismo idioma, y hace que se sumerja en la traducción de poetas brasileños con la misma soltura y mimo que si escribiera sus propios textos. En este sentido, Leo Lobos no es el típico traduttore tradittore sino alguien que capta la respiración de otro poeta y la conduce a su lengua. Un traductor conciente y defensor de un lenguaje universal de la poesía y, además, poeta. Otra frontera que cruza es la de la palabra misma, la electricidad que produce la palabra al ser articulada. De ahí la otra cara de su obra: la poesía visual. Un número infinito de sugerencias nos trae a la mente esta faceta del autor; pero ahora ocupémonos de Turbosílabas.


Inventar paraísos e infiernos a través de la palabra es narrar, es llevar la mente humana más allá de donde el pensamiento pueda alcanzar. Sin embargo, de la necesidad de narrar la vida de una persona surge la magia de la poesía. No se trata, pues, de fijar géneros literarios ni de dilucidar la adscripción de esta obra.


Es cierto el tono narrativo que comenta la autora del prólogo del libro, como ciertos son el profundo lirismo que va más allá de la metafísica de manual al uso. Se trata de la vida, donde (es un hecho) está y debe estar todo el referente de la poesía, que nada dice al que no se deje llevar por la inocencia primigenia. En este punto, la intención del autor es inversa al del simple narrador: no la gran mentira expansiva de la ficción narrativa sino la verdad desnuda de todo saber ulterior al hecho de la vida misma. Aunque esta verdad sea contradictoria.


El mismo poeta, desde el principio, nos hace una declaración de intenciones enfocada siempre hacia y por la vida. Testimonio de un trabajo –dice—que a ratos me parece puede llamarse poesía, ideas líquidas como la sangre, barcos que silenciosamente se estrellan contra la nada, delirios, augurios, amor, cartas que se escapan de la mano, botellas arrojadas al mar durante años, humo y alcohol, voces, libros, sueños, vigilias, partidos y caballos negros de ajedrez, películas, profecías, viajes, dinero, soledad, fotos y óleos, dibujos, sol y tormentas, amistad, música, palabras, signos, enigmas regresando del olvido.


No la vida a partir de la escritura anterior, sino escribir con el cuerpo este que cargamos.


Leo Lobos en Marnay, Francia. Fotografía de Cristiane Grando (2003), con permiso para abartraba


De esta manera, despersonalizando el hecho literario, dejándolo desnudo a la intemperie del vivir, llega la palabra inaugural a la poesía de Leo Lobos. Palabra que regresa del olvido; pero llega acompañada de todos esos objetos y acciones que bordean el existir y forman parte de su aura. Palabras que con el roce de los objetos recuperan su música y fluyen como ríos de energía vital y dada su vocación líquida no renuncian a su expansión hacia el mar próximo, que no separa sino une, porque nos trasciende. No vivir vidas de ficción y derrochar energías ocultándose en el texto sino expandir la vida propia para buscar ese Uno que somos. Una idea orientalista que no parte de los conocimientos previos sino que forma el tejido de la respiración del autor: sin bien saberlo, haciéndolo bien. Asimilación, diría yo, rechazo de la batuta de la tradición literaria, ésa que se construye a base de recortes celulares para encontrar la razón del vacío.


Si que hay una tradición que Leo Lobos recoge en su escritura, tanto de sus lecturas de Jorge Teillier, Enrique Lihn, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas… como del entusiasmo que estos autores le transmitieron en vida, el hálito de sus poéticas, ese extrañamiento y alejamiento crítico de la literatura oficialista para ahondar en un coloquialismo que les confirió mayor vitalidad a la expresión.
También hay que matizar la importancia que nuestro autor le ha dado a los grandes novelistas de ciencia ficción. Ya los escritores norteamericanos de la beat generation vieron en este género, no ya una literatura de evasión y entretenimiento, sino una búsqueda de utopías posibles o imposibles. Nova Express de William Burroughs es un ejemplo. Deleuze buscando la pulsión del rizoma en la expresión. Pero, además, tenemos la presencia de Frank Herbert e Isaac Asimov.


La ciencia-ficción, en principio considerada un género narrativo menor por la Academia, cobra en la poesía de Leo Lobos entidad de utopía como las de Platón, Tomás Moro o Erasmo de Rotterdam. El poeta ve en ellos no la evasión romántica hacia mundos imaginarios y fantásticos, sino la presencia de unos visionarios que ven a la humanidad expandida por el universo buscando la inocencia de la cuna primera o paseando entre las dunas de su propia desolación proyectada hacia un futuro lejano, donde, a pesar de todos los obstáculos, el ser humano encontrará una salida en su propia energía vital. De esta manera, Leo Lobos no pestañea a la hora de citar a estos autores junto a los poetas chilenos, citas, por cierto, desmadejadas de toda intención academicista o postmoderna. No en el sentido que le dieron los llamados novísimos españoles de los años 80. Es su manera de que estos personajes participen en el poema-vórtice posterior. No personajes, como dice el prólogo, sino integrantes de una conversación intemporal que se extiende a los lectores. Voces corales estratégicamente situadas en el tejido epidérmico del poema. Visionario, pues, el propio poeta. De esta manera apunta al hombre de la ciudad, como un ser contradictorio (como humano que es) que unas veces se ve como un pequeño dios y otras la criatura más ínfima de la creación en toda su finitud y desasosiego, que ni siquiera se para a pensar en su infinitud


Cuando pase nada,
y el cielo se estrelle sobre nuestras
cabezas, y entremos a empujones al
cementerio, como
vacas muertas
al vividero.



He aquí la urbe donde el ser humano se transforma en homúnculo, que se diluye entre la multitud y se despersonaliza, donde más que la muerte realmente le aterra la vida. Es la primera muerte de la que habla el poeta, la inanición de la conciencia del uno cuyo destino es integrarse en una totalidad también unitaria. Sin embargo,


No habrá en el
paraíso otra
muerte.



No la habrá, desde luego, porque el ser pierde de esta manera su entidad, está perdido del decir, porque


Cuántas veces después
de morir
has sentido ganas de vivir,
y probar qué se siente.



Es lo que el poeta llama la muerte grande. Nótese la agilidad que producen los encabalgamientos que no sólo se dan en estos ejemplos sino a lo largo de todo el poemario. Una utilización que va más allá de lo retórico y nos sitúa en el plano de lo visual. De esta manera, por ejemplo, el cielo cae sobre nuestras cabezas o hay una disociación entre el paraíso y su concreción, pues entre él y paraíso aparece un abismamiento visual, como si se cortara el cordón umbilical entre el hombre y su deseo de trascender. Textualidad que aspira y llega a los niveles del caligrama. Es un mirar-leer, como dice Leo Lobos, es la voz que se toca. No es extraño que el poeta irrumpa en el territorio de lo visual, pues, en este sentido, esta otra faceta viene a ser no la otra cara de la misma moneda, sino dos aspectos que se intercomunican y complementan.


A todo esto hay que sumarle ese ritmo sincopado que nos remite al jazz. Otra vez lo urbano y la forma posible de liberación de las cadenas alienantes de las grandes ciudades. Una música que procede de los esclavos rurales negros norteamericanos que acallaban sus penas con el soul y sonreían a pesar de todos sus males. Sonrisa de jazz para que el ser humano pueda recuperar la individualidad de su conciencia que una vez estuvo apegada y en consonancia con la naturaleza.


Mirar el ojo de ese halcón y asustarse/ No del ojo, sino de su alegría”. En este díptico de El hombre de la guitarra azul de Wallace Stevens veo un resumen de lo que vengo diciendo y que Leo Lobos manifiesta de esa manera tan sugerente a lo largo de su viaje por las calles de todas las ciudades del mundo que recorre, en el poemario y en su vida. Asustarse de los sentimientos que surgen del centro de cada cual, asustarnos de mirar al espejo y ver que a pesar de todo brillamos. Miedo no de conocer sino de conocernos. Y todo porque los seres humanos observan la triangular estructuración de la vida que no dice nada a nadie descalzo de preguntas. Quizás cuando todas las palabras pierdan su sentido primero, sobrevivan los latidos eléctricos de unas sílabas cargadas de electricidad latiente de un corazón vivo que irradie energía y luz desde un lugar tan lejano como nosotros mismos.


*Antonio Arroyo Silva: nacido en Santa Cruz de La Palma, Canarias, España, en 1957. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de la Laguna y profesor de Lengua y Literatura Española. Ha sido colaborador de revistas en papel, como Artymaña, La menstrua Alba (de Canarias), Zurgai (de Bilbao) y de revistas como la Sociedad de Escritores de Chile, Cinosargo, la Antología de Poesía Mundial de Fernando Sabido entre otras. Ha publicado los libros de poemas: Las metamorfosis (Cabildo Insular de La Palma, 1991) Esquina Paradise (El Vigía Editora, 2008) y Caballo de la luz (El Vigía Editora, 2010). En preparación tiene los siguientes poemarios: Symphonia, Marzo, Fila Cero, Poética de Esther Hughes y Casi luz. Fue 2º premio en el concurso de poesía de Granadilla (Tenerife), en 1981. Ha participado en el Festival Internacional de Poesía encuentro 3 Orillas (Tenerife 2009) y en el Homenaje de Poetas del Mundo a Miguel Hernández (junio de 2010). Actualmente es vocal de la Asociación Canaria de Escritores.



Diseño y edición: Óscar Alarcón para abartraba

lunes, 18 de octubre de 2010

Entrevista a Blanca Edna Alonso

"Me gusta mucho divertirme en el proceso de experimentar"

Blanca Edna Alonso, foto de Ricardo Tapia, cortesía de Blanca Edna Alonso para abartraba

Por Óscar Alarcón
29 de septiembre de 2010.

Revisando tu obra pictórica me pareció que existe un rescate de lo mexicano, pero no como un baile folclórico al que estamos acostumbrados, sino una reinterpretación de la mexicanidad, ¿está presente ese rescate en tu obra?
Sí está presente. Como artista te enfocas en catalizar la época en la que vives, las situaciones. Creo que tiene mucho que ver cómo resiento la situación del México actual —por eso la imagen del cerdo— y me gusta mucho plasmar la situación que vivo.
El colectivo “Los Tamalistas”, es una reinterpretación de lo mexicano en el sentido de tratar de rescatar nuestros valores, que no son otra cosa que una súper mezcla, pero llevarla a la contemporaneidad en el arte, en la música. Siento que en Puebla es un poco estancado. Tiene un mucho de rezago. Y hay una élite que siempre expone. Sin meterme mucho, por ejemplo, Lazcarro, que son instituciones. Piensas en arte en Puebla y viene a tu mente Ramos Brito, que son buenos en los que hacen, pero que hay otras células de jóvenes que no se les toma en cuenta.



No me llames cerdo (tinta china y acrílico sobre papel. 130x76 cm. 2010)


A final de cuentas es como la célula vieja
Sí, con todo respeto. Veo la obra de Lazcarro y de Ramos Brito y las sigo considerando modernas, abstractas y siguen siendo parte de la ruptura. Y es válido porque es gente que desde hace mucho está trabajando su obra de esa manera. Pero siento que se intenta salir un poco, con el Encuentro Estatal de Arte Contemporáneo por ejemplo, y se logra medianamente porque si bien es cierto que hay mucha gente que hace arte contemporáneo, también hay mucha gente que hace ocurrencias y le pega.



Blanca Edna Alonso. Foto Óscar Alarcón.


¿Hacia dónde apunta el arte en Puebla, lo ves en bloque o segmentado?
Yo lo veo muy segmentado. Hay dos células básicas: la que quiere ser muy contemporánea, que parte de los movimientos que se dan en Cholula, en la Universidad de las Américas, en La Perrera, y la que tiene la gente que estudia artes visuales —de donde yo salí— que todavía es demasiado moderna. Tú entras a la academia de artes visuales y te encuentras con pintura, grabado, escultura, historia del arte. Una historia del arte, cabe decir, que se queda en el Modernismo, rayando a veces en el pop art. De repente hay alguien que tiene la inquietud y saca a colación el arte contemporáneo pero no te informan.
Yo salí de artes visuales y de no ser por mi tesis, no me hubiese informado de lo que es la contemporaneidad en el arte. Y es muy importante porque no tiene 10 años.
Entonces estas dos corrientes se disputan a los espectadores en Puebla.


Y el poblano es muy difícil porque tiene un tipo de carácter ligado a lo convencional. Acepta con facilidad lo que está probado. Si ven un cuadro figurativo —ahora que está de moda el hiperrealismo— está bien. Pero como ciudad no hemos tenido el proceso evolutivo del arte moderno. Nos saltamos del costumbrismo de Arrieta, de los bodegones, cúpulas, fachadas a Lazcarro y Ramos Brito, que hacen arte moderno, hasta nuestro momento en el que se quiere jalar hacia la contemporaneidad. Entonces entra los encuentros de arte contemporáneo, la Bienal de la Universidad Iberoamericana, que son movimientos que quieren quitarse ese lastre.
Pero hay mucha gente que sigue viendo al arte en Puebla como el Barrio del Artista. Con todo respeto, lo que se hace ahí es artesanía. Los que están ahí dibujan perfecto una manzana, una cara y lo han hecho toda la vida. Pero siento que va más allá. En el arte hay otro tipo de discursos. Y en Puebla hay muchos artistas que están tratando de cambiar las cosas. Pero como ciudad, nos falta mucho.



Monopoly (Tinta china y acrílico sobre papel. 100x155cm. 2009)


¿Este estancamiento no crees que se deba al priísmo?
¡Además del priísmo, la liga de la decencia! Un maestro de artes visuales intentó hacer una exposición de arte sacro pero muy actual, cambiando expresiones. Tenía el cuadro de una virgen en el que se dibuja un poco el seno y la liga de la decencia se encargó de satanizar la exposición. Y Puebla ha tenido un gobierno priísta que por mucho tiempo no dejó que vinieran otras expresiones a inundar. Y la gente que tiene dinero para comprar arte se enamoró del minimalismo y de la abstracción. Y compran mucha obra de pintores oaxaqueños.
Aunque hay mucha gente que quiere hacer algo, por ejemplo Los Tamalistas no es un grupo de arte contemporáneo, sólo retomamos tradiciones y les damos un enfoque nuevo. Aunque sí hay gente que se enfoca a hacer arte contemporáneo, que hace video, instalación multimedia y que utiliza nuevos soportes y eso es bastante plausible.
El problema ahora es quitar el monopolio que existe no sólo con la gente que vende arte sino en las becas y en los apoyos que da CONACULTA.




Foto de Ricardo Tapia, cortesía de Blanca Edna Alonso para abartraba

¿Tú crees que las becas producen pintores?
En el caso de la pintura es excepcional, si te dan una beca es porque has demostrado que eres un pintor con mucho trabajo. Tienes que mostrar fotos y otros antecedentes de tus trabajos. Y depende mucho de quién te dé la beca. Porque si en el jurado de CONACULTA está Teresa del Conde o Raquel Tibol se va a apuntar hacia el modernismo. Pero eso es a nivel federal. En Puebla hay mucho monopolio.


Let's make money (Mixta sobre tela. 100x80 cm. 2010)


¿Entonces tampoco en Puebla, las becas producen pintores?
Yo creo que no. El caso del arte en Puebla es que está muy ligado a la pintura, a pesar de que actualmente le arte puede ser todo y tiene muchas otras manifestaciones, la pintura aquí sigue siendo una institución. Muchos artistas pintamos. Personalmente nunca he solicitado una beca, pero sí conozco gente que lo ha hecho. Y curiosamente los resultados siempre son hacia la misma gente. Aquí la beca de pintura sólo te produce el catálogo, te da dinero si eres consagrado, si eres alguien nuevo se enfocan más a ver tu obra.



Mesa de trabajo. Foto Óscar Alarcón para abartraba



¿Entonces para qué tener becas?
Creo que son un incentivo que te da el gobierno para pararse el cuello y decir que se está haciendo arte en Puebla. Depende del jurado para saber a quién se la van a dar, depende de la región del estado que quieran resaltar. Creo que el favoritismo en Puebla está ligado al conservadurismo. Aunque conozco a muy pocos artistas que han ganado una beca porque realmente son buenos.
Creo que los artistas se quejan de la institucionalidad del arte. Y muchos de ellos por eso deciden tomar el arte. Aunque para ser artista hay que ser autogestivo pero también hay otros que sólo llenan a la perfección los requisitos para obtener una beca. Y varios artistas viven de ganar becas.
Pero otros hacen arte porque es lo único que saben hacer. Por ejemplo, el festival de día de muertos surgió de la nada y ya vamos en la cuarta edición, y éste es el primer año en el que nos apoya el FOESCAP (Fondo Estatal para la Cultura y las Artes del Estado de Puebla).


Danza (Litografía. 56x40 cm. 2010)


¿En estos dos polos que me dijiste, en dónde se coloca tu pintura?, ¿perteneces a alguna escuela?
Yo creo que no. Tomo el soporte clásico de la pintura pero me gusta mezclarlo con las expresiones del arte contemporáneo. No es que sea algo transgresor, pues estoy utilizando al bastidor, o a veces al papel.

No es trasgresor en cuanto a técnicas o materiales, pero ¿las temáticas?
En las temáticas me gusta mucho que lo que veas cuente una historia, una situación, una denuncia, una nota del periódico.



Foto Óscar Alarcón para abartraba


Descubrí eso en tu pintura, ¿hay una reinterpretación de algunos conceptos, como la religión?
De la religión no me puedo despegar completamente. Tengo una formación católica de familia, pero no creo en la institución. Hay ciertas reminiscencias de la religión, pero no de manera consciente. Soy una persona muy espiritual pero no tanto religiosa. Sólo una vez participé en una bienal de arte sacro en donde el tema era totalmente religioso, pero era una reinterpretación.
Y aunque el mexicano es religioso, tenemos que ver de qué manera es religioso. Por ejemplo tenemos al poblano que es doble cara, que va a la iglesia todos los domingos pero va a criticar al de junto. La religiosidad es un fenómeno que nos envuelve como mexicanos y más como poblanos.


La revancha


¿Está en tu pintura?
Conscientemente jamás he querido ligar mi pintura a la religión. Ni siquiera en forma de reinterpretación. Obviamente como forma de la mexicanidad en alguna pude haberlo plasmado, pero no de forma consciente. Me gusta más el aspecto social en el que va inmersa la religión.
Me gustan más los temas políticos.

¿Y lo lúdico? Tenemos dos casos en tu obra, uno en donde aparece un toro, que el ritual puede entenderse de dos formas: una fiesta o bien un hecho sangriento; y otro un dibujo en el que los chavos están jugando Monopoly, y que no dejan de lado la parte lúdica.
Lo lúdico está presente en mi obra en tanto que me gusta jugar con mi obra. No tengo una técnica pictórica, no uso el óleo como se debe usar el óleo, no uso el acrílico como me lo enseñaron en la escuela. La finalidad es la expresión, para mí. ¿Cómo lo hago? Con lo que tengo en la mano: embarrar, ensuciar, chorrear, eso me gusta mucho. No me gusta cuidar la técnica. Esa parte es lúdica de mi obra, pero sólo para hacerla.

¿El proceso creativo?
Exacto. Me gusta mucho divertirme en el proceso de experimentar. Y en la obra, en el caso del Monopoly, se representa jugando porque el juego es parte del ser humano, como una actividad recreativa. No puedes jugar Monopoly y hacerte el tranza de Wall Street, tienes que jugar con las reglas del juego. El juego forma. Y el arte tiene mucho de juego. Con lo lúdico me refiero a jugar con los materiales.

¿Si no te diviertes no puedes jugar?
No, yo no.



Sin título (obra en proceso al momento de la entrevista). Foto Óscar Alarcón para abartraba


¿Y también es un medio catártico?, Lo que querría decir que tu obra y tu ser no están separados.
No, no están separados. Yo creo que son un complemento. Tú que eres escritor sabes que si te fue de la fregada lo escribes. O puede ser que cuando me siento mal me pongo a ver la tele y ni pelo a la obra. Hay que ser honestos, yo encabronada no llego y ataco la obra, sólo me encabrono y ya. Después me acuerdo de lo que sentí y del por qué me enojé y entonces ya lo puedo plasmar. Y hasta me divierto en el proceso.

¿En qué momento del día pintas?
Es indistinto. Tengo una libretita y cuando tengo una idea la anoto. Sea de foto, video, pintura. Anoto la idea que tuve y el soporte en el que la quiero realizar y ahí la tengo. Comienzan a salir las ganas de pintar y listo. No soy visceral, no es que “ahorita lo sentí, me vino la idea y me voy a mi casa a pintar”. Las ideas te vienen del trabajo; la inspiración es algo que te agarra en la calle. Puedes ver un letrero que te llame la atención, la anotas y cuando tienes las ganas, la ejecutas.
La mayoría de mi obra es de dibujo porque es con lo que he interactuado más desde pequeña. Aunque la foto y el video me fascinan, la mezcla de ellos. Haciendo cortometrajes y soportes digitales me llaman mucho la atención.
Pero con lo que más identifico es con la gráfica. Mi acercamiento con el arte contemporáneo es muy reciente, casi desde que salí de la escuela. Pero de cinco años hacia atrás mi fuerte era el dibujo.
Siempre tenía la inquietud de qué decir con la pintura. Por ello no tengo cuadros en los que puedas admirar la técnica. Dame pintura y yo embarro, pero no en pos de la técnica. Jamás me ha interesado.



Sin título


¿Se puede decir que eres una pintora atípica?
Pintora; artista no. A la pintura la veo como una herramienta para expresarme. El dibujo igual. Me interesan como herramientas. Pero también me gusta la música, la instalación, algo que recree algo. No uso pintura, uso sonidos u hojas de árboles. Texturas y que eso te envuelva en la emoción que te quiero transmitir. Aunque a veces no te quiera transmitir nada. Sólo te doy los elementos y quiero saber tú que me das a mí, le lanzo las herramientas al espectador para saber qué me da a mí. En ese sentido el arte es lúdico. Por eso es que la técnica no me interesa como tal, no me importa dibujar excelente.

¿Entonces la pintura es un mero recurso para crear atmósferas?
Sí. Para hacer historias, para hacer denuncia social. Lo que yo quiera decir dámelo y lo embarro. Para mí así debe ser la pintura. Respeto a la gente que hace pintura. Pero a mí, si me das óleo pongo óleo, si me das lápices de colores, los uso.

La pintura es mucho más trascendente en cuanto a su durabilidad, ¿qué es lo que sucede, en tu caso, con lo efímero en expresiones como el performance, happening, instalaciones?
El performance, el happening, la atmósfera son expresiones muy ricas del arte porque no están completas hasta que no hay quien las ve. La expresión se forma entre el artista y el espectador, y hasta que ese momento pragmático no está presente, la obra no está completa. Y la persona que lo registra en video la conserva, pero la obra es ese momento.


Foto Óscar Alarcón para abartraba


¿Y si la obra no puede registrarse, no importa?
Yo creo que no. Lo que al artista le importa es que se haya llevado a cabo. Hay muchas obras de performanceros que no se registran. Y queda el recuerdo. Como expresión se redondea cuando alguien la ve.
Si una persona hace un performance encerrado en su casa no hizo nada. Hizo un pancho, se hizo wey. Pero alguien que comparte esa expresión con la gente sí hace una obra.

Hace poco tiempo hubo una exposición en el museo Amparo, muy chistosa que eran los videos de muchos performances. Creo que eso es un poco incoherente, es como el letrerito que está afuera de la galería de arte contemporáneo que dice: “Museo de Arte Contemporáneo” ¿cómo puedes tener un “museo” para este tipo de arte? El performance es el momento, y que tú lo vivas.
Hay performances que están pensados para el soporte digital y que los llevas por muchas galerías en el mundo y la gente se mete. Eso es rescatable. El arte que maneja la interacción con la gente, que es pragmático, me gusta mucho.



Foto Óscar Alarcón para abartraba


Que alguien registre el performance es punto y aparte, pero tú, ¿tienes la intención de que tus expresiones sean registradas?
Sí, sí la tengo. Pero imagínate en los 60’s, no todo mundo tenía cámaras para grabar el performance, pero ya se hacía. Después viene el videoarte y entonces el performance se convierte en videoarte. Pero creo que desde el artista performancero que no le importaba tener el registro y lo hacía, se cumplía la intención.
Creo que el videoarte es algo por lo que todos los artistas deberíamos discurrir, no puedes vivir en la época del internet y no usarlo.
Pienso que actualmente no debes tener una formación académica especializada para ser un artista. Si eres una persona sensible y de verdad te interesa expresarte, puedes tomar video o foto, pintar, aunque no tengas esa formación académica artística. Esa formación es más inútil que el Bicentenario.
Yo tengo una formación artística porque no me imaginaba haciendo otra cosa. Entré a la facultad de medicina y a la semana me dije que eso no era lo mío y me salí.
Creo que no necesitas una licenciatura en arte para expresarte.

Pero si necesitas un background académico para entender el lenguaje fílmico, performancero o plástico.
Eso, a final de cuentas, va a determinar si tu obra trasciende o no. Si tienes ese background se va a reflejar en tu obra, puede ser la diferencia entre algo muy bueno y algo que es mediano. Eso sí.
Si tú quieres trasgredir con la pintura pero no sabes nada de pintura, primero tienes que aprender a construir y después lo haces pedazos.
Hasta en un rayón se puede ver cuando hay algo detrás, existe gente que cree que no, pero sí se puede una tener una idea de lo que quieres trasgredir. No puedes trasgredir algo que no conoces.
A mí no me interesa la pintura, pero sé pintar porque estuve en una universidad de artes plásticas.

Pero eso no te hace ser artista.
El ser artista no te lo da ni te lo quita la academia. También hay gente que estuvo los mismos cinco años que yo y ahora no hace nada.



Cama de repollitos (Acuarela y tinta china. 35.5x47 cm. 2009)


¿Hay una crisis en las instituciones, en los museos?
Sí. Si hablamos de las Bellas Artes ya no existen. No existen porque no tienen vigencia, sabemos de ellas porque siempre vamos a tener museos que nos recuerden las épocas gloriosas de cómo era el mundo.
Lo que está de más es usar el museo para hacer arte contemporáneo. El museo es un lugar donde se guarda el arte consagrado. Hay unos muy bonitos que fungen como museo y galería.
El arte contemporáneo no está ligado a la institución. El arte es un proceso dialéctico de lo que está, de quien viene y le rompe la madre y nuevamente se convierte en institución. El museo jamás dejará de ser una institución a la que puedas ir y observar arte consagrado. Puedes ir al museo de arte moderno y ver un Tamayo y disfrutarlo.
Pero si quieres ver un performance tienes que ir a la calle, porque tiene su espacio.
Las instituciones existen para el arte contemporáneo pero no lo configuran.

Pero a Gabriel Orozco lo encuentras en los museos
Sí pero también a Duchamp lo encuentras en los museos y los detestaba. Pero precisamente eso es el proceso dialéctico del que te hablo. Aparece el Ready-Made como una protesta hacia la institucionalidad en el arte. Pero después se vuelve famoso y se pone en la galería y en el museo y todos se ponen a hacer Ready-Made, como una copia. Lo que lo vulgariza es la reiteración.
Toda la contracultura es absorbida por la cultura. Es como la música punk, en donde se plantea “vamos a darle en la madre a la música”, pero se comienza a hacer una industria del punk, discos, grupos, y se vuelve cultura. Y ahora tenemos new punk o punk pop.
Este proceso es inherente a todas las manifestaciones artísticas. A Gabriel Orozco no lo metería en un museo pero va acabar ahí. Ya estuvo en Bellas Artes.
Es como la imagen del Che, que está en todas partes, en la ropa, tasas, calzones. Y ahí por ejemplo el graffiti, Basquiat lo hacía en bastidores y lo metió al museo.
El proceso es.


Foto Óscar Alarcón para abartraba


¿Estaríamos hablando de que el arte es para los museos y las expresiones artísticas para lo que no se encuentra en él?
No lo había pensado pero puede ser. A las expresiones artísticas yo las considero como todo lo referente al arte y sus quehaceres. Pero el mismo concepto de arte se ha modificado.
Actualmente el arte es mucho de reinterpretaciones, y no sólo el pasado remoto sino el pasado inmediato. O bien, el mismo presente. Toma de todo y lo vuelve a sacar.
Puede ser que el museo conserve las tradiciones artísticas u obra de personas consagradas, no necesariamente muertas, con cierto renombre. Aunque esa persona tenga 38 años, como Takashi Murakami.
Y el arte urbano, el arte emergente, busca espacios. Una persona que está empezando no estará en un museo, para ello está la galería, las escuelas, las calles, los pasillos del metro Balderas.

¿Qué tanto está la reinterpretación de la poblanidad en tu obra? ¿O ni siquiera está?
El poblano se me hace una persona curiosa. Yo nací aquí y no los entiendo. Mi relación con personas de otras ciudades es más entrañable.
No me siento apoblanada. No me interesa el snob.
En Puebla hay cuatro galeristas que mueven obra de gente pesada —tuve la oportunidad de trabajar con dos de ellas— y lo que veía mucho es el bluff: “no sé que dice pero me gusta mucho” o “he escuchado que Toledo es buenísimo, me voy a comprar uno porque está caro”. O compran obra de Lazcarro sólo porque es él. Y su escuela tienes a veinte señoras que pintan por las tardes. Y como tienen lana, exponen.
No sé qué tan sano es, pero hay señoras que pintan y que exponen. En muchas hay trasfondo pero en otras, no.
El poblano se maneja mucho por el bluff, por el “está de moda”, y a mí eso nunca me ha identificado. No me interesa.

Al ver tus obras encontramos una temática actual, una búsqueda de una identidad como individuo del mundo.
En Espiritualidad New Look le puede quedar al poblano. Lo que está de moda, lo que cuesta. Pero es un fenómeno que sucede en el mundo, aunque al poblano le quede la camisa.
Me gustaría llegar a la madurez en la que se pueda reflejar una realidad actual, sin ponerle el acento a México. Es una ambición posible por el proceso global del mundo. No hay nada que suceda en Estados Unidos y no recorra el mundo, llámese una moda, una noticia. A pesar de sus enormes diferencias, el mundo tiene ciertos puntos en común, que lo configuran dentro de un todo.
El internet es un fenómeno muy interesante para usarlo como un soporte. Y ya hay webart. No arte en la web, porque claro muchos artistas utilizan el internet para darse a conocer. Sino arte creado para la red.
En una etapa mucho más madura me gustaría desligarme del dibujo y comenzar a utilizar sólo soportes globales, como el internet, el video. Aunque el dibujo sea parte de mí pero no reiterado.
Muchos de los dibujos que estoy haciendo ahora tienen que ver con las redes sociales, el facebook, twitter. Es algo actual, y que no sólo está aquí, sino en Indonesia o China. Y que te obliga a tener ciertos parámetros para decir “me gusta” “ya no me gusta”. Y eso lo haces tú y lo hace un chino.
La situación en México me abruma y lo tengo que expresar. Me gustaría llegar a ese punto en el que alguien vea un dibujo o un video y una foto y le remitiera a algo conocido en su ciudad, en su país. Me gusta el arte sin muros.


Foto Óscar Alarcón para abartraba

¿Entonces estás trabajando sobre este proyecto? ¿Es el más reciente?
Estoy metida en las redes sociales, con la nueva comunicación virtual. La nueva comunicación entre los seres humanos, está evolucionando hacia un sentido casi abstracto. Es un proyecto personal.
Y estoy muy enfocada con la reinterpretación del día de muertos, del festival del 2 de noviembre, estamos en los detalles finales.
En el plano personal, estoy con las ganas de hacer mi maestría en arte contemporáneo. Como artista estoy trabajando con los nuevos soportes. Estoy buscando hacer documentales, testimoniales, instalaciones.

Que sí las he hecho, pero en mis pininos era arbitrario. No tenían una línea. Y ahora sí quiero que todo lo que vaya a hacer se enfoque a la virtualidad, como parte de esta etapa de mi vida.
Quiero saltar y explorar a la instalación y el internet. Me interesa mucho la colectividad. No se trata de que si me rompieron el corazón, lo que siento o lo que pienso. Me interesa el sentir en una colectividad. En el dibujo del cerdo es mi sentir pero refleja una colectividad, como decir “qué pasa con el narco, con los asesinatos, con los sicarios”. No sólo a mí me afecta, sino a mucha gente. Poder trabajar por el sentir de una colectividad.





Diseño, edición y texto: Óscar Alarcón para abartraba