sábado, 10 de abril de 2010

Las rutas de la abstracción: México 1950-1979, un espíritu de época. Museo de Arte Moderno, México

Carlos Mérida (1891-1984). El Pájaro Herido (politex sobre amate).
Foto: Óscar Alarcón para abartraba


Las rutas de la abstracción: México 1950-1979, un espíritu de época. Museo de Arte Moderno, México
Por Óscar Alarcón

Al leer el título de la exposición vino a mi mente de inmediato una pintura de Macotela, mi primer referente en arte abstracto, pero esta exposición no es de Gabriel.
Poco a poco esa imagen se diluyó y le dio paso a una pintura de las etapa abstracta de Rufino Tamayo, que por cierto también vi en el Museo de Arte Moderno (Paseo de la Reforma y Gandhi, s ∕ n.) Del maestro oaxaqueño brinco a Fernando García Ponce, collagista y crítico de arte, célebre en la década de los 70’s.


Fernando García Ponce (1933-1987). Presencia no. 111 (acrílico sobre tela, 1973)
Foto: Óscar Alarcón para abartraba


Decidí entrar a ver las obras expuestas y la sorpresa comenzó de inmediato: Arnaldo Coen fusionando música y diseño con Mario Lavista; un fragmento de una película de Alejandro Jodorowsky, en la que nadie puede satisfacer sexualmente a un robot, sólo una mujer, y después tienen un pequeño robotcito. Quizá me quedo corto al nombrar a todos los que intervienen en la exposición.


Arnaldo Coen (1940-). Unión de opuestos (óleo sobre tela, 1968).
Foto: Óscar Alarcón para abartraba


Una generación que rompió, de ahí su apelativo, con lo que se venía haciendo: el eterno Diego y el cliché Frida. Un camino que se abrió de lo figurativo a una nueva forma de expresarse para volverse experimentales, lo más experimental que se pudiese en esos momentos: en pintura hay que echarle un ojo al trabajo de Carlos Mérida, en video al de Jodorowsky, en arquitectura al de Mathias Goeritz y en diseño a los sobrevivientes de la Bauhaus, avecindados en México.


Mathias Goeritz, maqueta del museo experimental El ECO.
Foto: Óscar Alarcón para abartraba

El asombro no cesa. Las maquetas de Goeritz llaman mi atención son sobre el museo experimental El ECO, éste no tienen planos y están creados a libre emoción del arquitecto. No nos es extraño, por cierto, que también así se le conozca: arquitectura emocional. Siguiendo con las maquetas me encuentro con otra más, la de Agustín Hernández, un estudio-taller que está construido sobre una barranca retando a los límites de toda construcción posible.


Agustín Hernández, estudio taller.
Foto: Óscar Alarcón para abartraba


La exposición está montada en un espacio circular. Me emociona la abstracción tanto como lo figurativo; la ruta para apreciarla era de derecha a izquierda y yo la he comenzado al revés, no importa, el momento cumbre para mí es reencontrarme con un cuadro de Tamayo que hace dos años me hizo llorar. No sé si es el inicio o el fin de la exposición, para mí, es el momento más emocionante de la mañana, descubro el por qué de mi gusto por las líneas: hay expresión no sólo en el trazo sino en las técnicas y en los materiales, pues estos se vuelven parte de la temática de la pintura, son agradables a los ojos, y si se pudiera —cuánto desearía que se pudiera— serían agradables al tacto, sólo Tamayo logra ese efecto en mí con sus pinturas abstractas.


Rufino Tamayo (1899-1991) Encuentro no. 1 (Óleo sobre tela, 1961).
Foto: Óscar Alarcón para abartraba


La abstracción le devolvió la vivacidad a nuestro país en un momento en el que todo parecía que iba a continuar por la misma ruta.
No cabe duda, somos más experimentales de lo que creemos.

1 comentario:

  1. Experimenté lo mismo con Encuentro no. 1 ahora que lo vi en el centro cultural "El nigromante" en San Miguel Allende, Guanajuato.

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